Olmo Nieto
Autor de la publicación:
«Los ecosistemas de Salobreña»
La magia de Salobreña no sólo reside en su maravillosa geografía culminada por el castillo musulmán de la época nazarí y su historia, sino en todo su entorno y su naturaleza, que crea un mosaico pigmentado de gran biodiversidad.
Estamos ante un mundo de mezclas, de paisajes, de transiciones que se combinan y crean una vista multicolor de gran belleza. Del azul del mundo marino a su historia de cal blanca, pasando por la vega verde y sus montes dorados que, envueltos en sus sombras, parecen elevaciones entre el ámbar y el ocre.
Todos estos colores, generan su potente biodiversidad. Alta diversidad vegetal, alta diversidad animal y alta diversidad de procesos ecológicos en el municipio, por donde grandes mamíferos pasean por la vega y suben a los montes de Lobres, anfibios surcan las acequias y balates y los peces utilizan las aguas del río Guadalfeo para desplazarse, todos ellos vigilados por cientos de aves, desde las rapaces a las aves migrantes que utilizan los espacios húmedos para descansar de sus largos viajes.
Cada color depende de los dominios geológicos en los que se encuentran: zonas kársticas de monte, vega sedimentaria, cortados metamórficos, playas de sedimentos de la Sierra y el dominio de mármoles donde se asienta el pueblo blanco y su peñón. También depende de su erosión, su geomorfología y sus suelos, pero sobre todo de su clima mediterráneo subtropical con veranos secos y no muy cálidos e inviernos muy suaves, sin bajas temperaturas ni exceso de precipitaciones, lo que se aprovecha para la agricultura excelente de cultivos subtropicales junto con la gran presencia de agua, primero por el deshielo y el tamaño de la cuenca del Guadalfeo, la más potente de la zona sur de Sierra Nevada, y segundo por los potentes acuíferos, recargados desde lo alto de montañas como la Sierra de Lújar. Por eso las cumbres que vemos desde nuestras costas y los macizos montañosos son tan importantes, y nos enseñan cómo dependemos de la montaña, ella nos presta lo que tiene, y genera el verdor de la vega del río Guadalfeo siguiendo la tradición de los cultivos musulmanes desde la Edad Media.
Estos elementos climáticos vienen dados no sólo por su latitud, sino por nuestro emplazamiento. Nos encontramos en una región costera protegida por la imponente Sierra Nevada, una atalaya defensiva de las grandes masas húmedas y frías que vienen del Atlántico. La configuración geográfica crea este fértil espacio y modifica el clima regional que debería existir.
La geografía física es la que determina los paisajes naturales en primera medida, y es este clima mediterráneo subtropical, la diversidad de dominios geológicos y las dinámicas geográficas los factores responsables de que encontremos este mosaico de pigmentos de los que surge esta variedad de ecosistemas. Pero es el último factor, el uso humano, que ha trabajado la zona desde el Neolítico, el que matiza e individualiza los paisajes y colores que vemos. Hay zonas como la vega que han sido explotadas ininterrumpidamente desde que en el Neolítico se empieza a trabajar los territorios, donde hay registros de los primeros cultivos.
Todos los factores crean un puzzle entramado por todos los sistemas naturales, que dota de una gran biodiversidad a la región no solo ecosistémica, sino también de flora y fauna, que crea una zona de gran variedad de reinos animales y vegetales mezclándose e interactuando entre sí.
Son mundos que se combinan, y que generan la belleza de la naturaleza de Salobreña y su gran sistema natural, pero que también se pueden ver por separado, ya que cada uno depende de unos factores físicos diferentes, una geografía física distinta. Un ecosistema es la parte viva, el biotopo (conjunto de seres vivos que lo habitan) y la parte donde viven, la biocenosis y que les da hábitat. Y cada uno se puede diferenciar de forma aislada y así poder comprender su funcionamiento, sus características y su importancia para Salobreña y para el mundo.
Deseo que esta publicación sirva para animarle a visitar el municipio y a reconocer los valores medio ambientales de su entorno natural.
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