
CALETEROS SALOBREÑA
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Remedios Valls y Alicia Soblechero
La Caleta, este barrio tan genuino de Salobreña, tiene carácter propio.
Presidida por la imponente chimenea de la Fábrica de Azúcar que la vio crecer, no ha dejado de mirar al mar desde cada uno de sus rincones. Sus empinadas calles han ido trepando ladera arriba hasta convertirse en lo que es hoy: una humilde estampa de casas blancas con el mar a sus pies. Bella en su conjunto por su absoluta sencillez.
Si de carácter propio hablamos, entonces tenemos que hablar de los CALETEROS y CALETERAS, cada uno de los vecinos que, generación tras generación, han ido configurando el paisaje humano de este lugar. Quedan ya lejos aquellos oficios, en torno a la actividad cañera y la pesca, pero permanece en el aire un espontáneo orgullo de lo sencillo que tan bien los define y que a todos nos enamora.
Los protagonistas de este libro no son otros que los Tolinos, los Gatos, Carmen La Pilota, los Malagueñitos, Concha la Cohetera, la Niña Chica, los Saltatrenes, los Cartuchos, los Picharra, la Pistolicas, el Soldao, el Remendao, el Tapaera, los Guarteros, el Pollalisa, el Carbonero, los Cano, los Moritos, la Granaína, el Camemas, el Peroles, el Futre, el Completo, el Trincha, el Macaco, el Kimo, los Gloria… y todos los que generosamente habéis hecho posible este proyecto tan emocionante.
Todo un santoral de “caleterismo” en estado puro.
Desde el inicio de esta aventura, que nació del deseo de poner en valor el barrio de La Caleta y sus habitantes, todo han sido satisfacciones. Pasamos rápidamente de imaginar a algunos ellos posando ante nuestra cámara en un rincón pintoresco del lugar, a convertir el muro de la fábrica o cualquier otra pared que algún día fue blanca, en uno de los fondos de nuestro improvisado estudio. Inicialmente, lo pedíamos tímidamente a conocidos y menos conocidos o directamente “asaltando” a paseantes en la plaza del lavadero o cualquier otro lugar. Después corrió la voz y el proyecto casi nos pasa por encima, de tantas personas que han querido colaborar en esta historia.
Cuando decimos que todo han sido satisfacciones, no olvidamos las horas de trabajo que hemos dedicado a buscar y fotografiar vecinos que pudieran representar a la totalidad de la La Caleta: han sido infinitas. Pero también es infinito el buen rollo que nos ha dejado, el privilegio de poder vivir este proceso y el sentimiento que tenemos ahora de formar parte de este lugar. Esperamos haber sido certeras en el retrato del conjunto, y que esta exposición al aire libre, en la que tanta pasión hemos puesto, os emocione tanto como a nosotras nos ha emocionado hacerlo.
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