
La Azucarera del Guadalfeo, antes llamada Nuestra Señora del Rosario, fue construida por Joaquín Agrela entre los años 1860 y1861 en los terrenos del antiguo cortijo de Eusebio Molina. A su amparo, modestos obreros y jornaleros acudieron al reclamo de la naciente industria, asentándose en chozas y humildes viviendas que construían azarosamente. Un importante número de estos jornaleros y obreros subsistían en los meses de invierno de la pesca, de tal forma que estos núcleos de población fueron conocidos como el ‘Barrio de los Pescadores’, siendo La Guardia el núcleo que albergó al mayor número de ellos. El lugar elegido para la construcción de esta azucarera fue muy acertado, ya que permitía disponer de una reducida cala en la que, con solo construir un pequeño muelle, se podría introducir el carbón, combustible necesario para el funcionamiento de las instalaciones. Asimismo, la existencia de este muelle permitía la salida por mar del azúcar que se exportaba.
A la muerte de Joaquín Agrela, sus hijos constituyeron la sociedad colectiva ‘Agrela Hermanos’ en 1871, que en 1920 se convirtió en sociedad anónima con el nombre de ‘Azucarera de Salobreña Nuestra Señora del Rosario’.
Coexistió con más de una docena de ingenios azucareros repartidos por la comarca, cuando la caña de azúcar cubría las zonas de vega del litoral granadino. Entre 1928 y 1931 se instaló nueva maquinaria en las secciones de molinos, evaporación y tachas. Tras la Guerra Civil de 1936-1939, la instalación quedo anticuada, por lo que en 1953 se llevó a cabo un plan de modernización y la creación de una sección para producir azúcar de remolacha. En la década siguiente se procedió a la ampliación y modernización de las calderas y de la sección de evaporación. En 1974 dejó de funcionar la sección de azúcar de remolacha ante la baja rentabilidad del cultivo. Dos años más tarde, por problemas económicos, la fábrica fue vendida a la actual sociedad propietaria, Azucarera del Guadalfeo. En 2006 tuvo lugar la última campaña de elaboración de azúcar de caña y con ella desaparecieron la que era la última azucarera dedicada a esta actividad en la Europa continental y la milenaria tradición del cultivo de la caña y elaboración de azúcar. La reducción de las zonas agrícolas destinadas a la caña, sumada a la situación ya obsoleta de la maquinaria, obligó a su cierre.
Actualmente el edificio está catalogado como Bien de Interés Cultural de Andalucía por su interés histórico como patrimonio industrial, aunque todavía no es visitable.
Deja una respuesta